David Bowie: un genio musical inolvidable

David Bowie fallecía un día como hoy, seis años atrás. Con su muerte, quedó huérfana una generación de melómanos que creció descubriendo su música, sus sonoridades extraordinarias y su mensaje poderoso siempre acompañado de una imagen disruptiva. Fue un embajador de muchas cosas, y como Duque Blanco, cada lanzamiento o declaración a su alrededor se convertía en tema de conversación entre sus seguidores.

Su muerte sorprendió dos días después de su cumpleaños, fecha en la que además había lanzado su último disco Blackstar. O al menos, el que pensamos que sería su último disco.

Desde 2011 comenzaron a circular canciones inéditas del músico antes de que lo conociéramos como David Bowie. En baja calidad y con mucho recelo alrededor, esas canciones se convirtieron en el último tiempo en bálsamo de consuelo a sus seguidores, pero se escuchaban con el placer culposo de saber que su procedencia no era legítima.

Eso se acabó con el lanzamiento de Toy, el disco oficial que recopila esas canciones y que además se editó haciendo honor al espíritu creativo y estético de su creador. Una caja con mucho lujo que contiene tres CDs, seis vinilos y un libro de fotos con una portada original en la que vemos al Duque con su rostro un poco deformado recordándonos a las imágenes de la evolución propia del darwinismo. Bowie se asemeja a un mono con el cuerpo de bebé.

La idea del disco surgió en 1999 y buscaba traer a la luz esas canciones que no trascendieron cuando Bowie aún se hacía llamar por su nombre de nacimiento, David Jones. En ese período, un conflicto con el sello que lo producía no dejó que las canciones salieran a la luz. El disco fue grabado en Nueva York después de la actuación triunfal del artista en Glastonbury en el año 2000. La grabación quiso hacerse a  “la vieja escuela”. De acuerdo a su entorno, por entonces entró al estudio con su banda de aquel tiempo: Mark Plati, Sterling Campbell, Gail Ann Dorsey, Earl Slick, Mike Garson, Holly Palmer y Emm Gryner. Las reversiones de las canciones que había grabado por primera vez entre 1964 y 1971 se hicieron entonces “de un tirón”.

Desde hace algunos días, los derechos de su discografía están en manos de Warner Music y esa nimiedad legal hace que este regalo de lujo llegue para recordar a Bowie con su disco a los 75 años de su natalicio, y seis de su fallecimiento.

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